Jable

El Nombre

Al final, aquí está nuestro “Vino Jable”, estamos contentos con el resultado, pero hemos llegado hasta aquí después de mucho trabajo, esfuerzo, tiempo, cariño e ilusión.

No ha sido un camino de rosas, pero también hemos tenido muchos, muchos momentos dulces, alegres y emocionantes. Muchas anécdotas que compartir y que contar, ahora, y para cuando seamos mayores, bueno, cuando seamos más viejos, creo que mayores somos ya…

Lo más difícil ha sido, aunque no lo parezca, ponerle nombre, todo lo que se nos ocurría, ya estaba cogido, qué poco originales que somos, todo lo que se nos ocurría, ya se le había ocurrido antes a alguien, y cuando sólo nos quedaban nombres cursis, soeces, o malsonantes ¡resulta que también estaban cogidos! Aquí os vamos a enumerar 30 de los cientos (y no exageramos) que hemos barajado….

Empezamos con BOLERO, era el perfecto y lo seguimos pensando, lo tenía todo: Amor, pasión, cariño, locura, amistad, alegría, llanto, fiesta, compañía, soledad, sabor… todo lo que siempre ha cabido en los boleros.

Pero resulta que a una bodega californiana y a otros cuantos se les ocurrió antes que a nosotros. Empezamos aquí un periplo que nos hizo como un HECHIZO, como una TENTACIÓN, que no pudimos guardar en SECRETO, que como un RITUAL, empezamos a buscar en todos los MOMENTOS, un nombre que tuviera un ORIGEN en nuestras RAÍCES, en nuestros ANCESTROS, y como si de un EMBRUJO se tratara, empezamos a buscar términos con CARÁCTER CANARIO, así que junto con un TIMPLE, un ARRULLO y un ARRORRÓ, quisimos sentir un SUSURRO que nos inspirase. Pero cuando creíamos otra vez haber encontrado algo ÚNICO, volvía a nosotros un SUSPIRO, otra vez no…

Como tenemos este carácter y nos parecemos al famoso HIDALGO (sobre todo en el punto de locura), y a CONSTANCIA y TESÓN, no hay quien nos gane, esta vez, con nuestro origen canario, nos apoyamos en ECHEYDE, en SAMBOR, en ACHAMÁN y en ACORÁN…, ni siquiera los de nuestra ETNIA, nos ayudaron.

No perdimos el SOSIEGO, y seguimos con la QUERENCIA de nombrar al que ya no sabíamos cómo denominar, buscando la fuerza en la tierra, por no decir dándole patadas a las piedras, buscamos entre los volcanes, entre la ZAHORRA y el BASALTO, al final como tanto nos gusta el mar, y el mar con su fuerza y su constancia convierte a las piedras en arena…. y JABLE ¿qué tal?, pues este será el nombre al final, y aunque necesitaríamos un ÁBACO, para contar todos los nombres que nos ocurrían o los amigos y la familia nos proponían, aquí está el vino y el nombre, y ya no es el innombrable ya es ¡JABLE!…

Ahora somos nosotros los que tenemos que callar y dejar que el vino hable, o como diría un «mago» de los nuestros…. ¡Anda, cállate ya, y ahora quien tiene que “jacernos jablar es el JABLE”!

 

 

 

*Los nombres en mayúsculas son los diferentes nombres que planteamos para el vino.